Canal Solidario, 25 Marzo 2003 |
Mujeres afganas
'Incluso bajo el burka tenemos miedo'
Silvia Torralba / Canal Solidario Catalunya
Las mujeres afganas continúan viviendo sin derechos en un país que, a ojos de la comunidad internacional, ya no es un peligro y cuenta con un gobierno ‘democrático’. Pero la situación, según RAWA, es muy diferente.
Danish Hamid nació en Afganistán pero con muy pocos años emigró con su familia a Irán, para acabar años más tarde en los campos de refugiados en Pakistán. Desde que tiene uso de razón ha participado en las acciones humanitarias y políticas de RAWA (Asociación Revolucionaria de las Mujeres de Afganistán) y ahora, con 23 años, recorre el mundo para explicar la verdadera situación en la que se encuentran las mujeres afganas y su país, “olvidado” por la comunidad internacional.
Esta joven afgana explica que, a pesar de la caída de los talibán y la formación de un nuevo gobierno liderado por Hamid Karzai, su pueblo “está sometido al terror y a la tiranía de los fundamentalistas”. Para contrarrestar la situación, RAWA – que todavía no ha sido legalizada en el país -- visita las ciudades y las áreas rurales, crea escuelas y centros de salud clandestinos, pone en marcha programas para discapacitados y forma a la mujer en derechos. Además, forma los hombres afganos “para conseguir un cambio de mentalidad que permita mejorar” la situación de las mujeres.
¿A qué problemas se enfrentan las mujeres afganas en estos momentos?
No podemos decir que las mujeres tengan libertad en Afganistán porque los fundamentalistas ocupan el poder y tienen la misma mentalidad que los talibán: están en contra de las mujeres y de cualquier tipo de progreso. En las ciudades, las mujeres no se sienten seguras ni libres para hablar o salir a la calle, pero no porque sean cobardes. Hablamos de mujeres educadas pero que, por miedo a los grupos fundamentalistas, siguen llevando el burka.
¿Y en las áreas rurales?
La situación es aún peor, porque el Gobierno no tiene el control. Esto significa que en estas provincias los fundamentalistas tienen el poder, pistolas y dólares en los bolsillos. Y hacen lo que les apetece: matan, violan, maltratan, secuestran... Ni en las ciudades ni en las áreas rurales hay seguridad para las mujeres y su situación seguirá igual mientras haya fundamentalistas en el poder.
En todo el país no hay una buena atención sanitaria, ni servicios de educación, somos un país destruido que ha de empezar de cero y que debería apostar por la seguridad, en especial para las mujeres. ¿Para qué queremos escuelas o universidades si no nos sentimos seguras? Incluso dentro del burka las mujeres tienen miedo.
¿Estamos entonces ante una democracia ficticia?
La democracia en Afganistán no es real, pero en Estados Unidos y otros países la gente cree a los medios de comunicación e incluso a los fundamentalistas que dicen querer devolver la democracia y la libertad al país. No podemos hablar de democracia o libertad, y muchos menos de seguridad, si no hay paz en nuestro país. Antes del régimen talibán, los grupos que ahora tienen el poder violaron y secuestraron a numerosas mujeres. De hecho, ahora la excepción es el presidente Karzai, que al estar rodeado de fundamentalistas no puede hacer nada. Lo preocupante es que estos grupos muestran al mundo que Afganistán tiene una democracia y que protege los derechos humanos, pero cuando las fuerzas internacionales abandonen el país se enfrentarán entre sí y empezarán a matar, robar, secuestrar... y los peores crímenes serán cometidos contra las mujeres.
¿Y la comunidad internacional que hace al respecto?
El problema es que en otros países no saben qué pasa realmente en Afganistán ni lo que han sufrido las mujeres a manos de los fundamentalistas. La comunidad internacional está empezando a olvidarnos, como ya hizo en el pasado. Durante años, antes del régimen talibán, sufrimos a los fundamentalistas que ostentaban el poder, pero nadie dijo nada. Estados Unidos y los países europeos sabían la naturaleza de estos grupos y de los talibán, pero tenían sus propios intereses y sólo cuando se dieron cuenta de los peligrosos que eran sacaron a relucir la situación de las mujeres y a afirmar que querían liberarlas. La verdad es que los talibán ya no les servían y deseaban establecer un nuevo gobierno. Lo que ahora no entendemos es por qué Occidente vuelve a apoyar a los fundamentalistas.
¿Qué papel juega Naciones Unidas en este conflicto?
Para nosotras, la única solución es que la ONU y la comunidad internacional nos ayuden y desarmen a todos los grupos fundamentalistas. Ni siquiera pedimos un Gobierno democrático para nuestro país, porque sabemos que es algo muy difícil y que lleva tiempo, pero por lo menos queremos un Gobierno no fundamentalista y que pueda proporcionarnos paz y seguridad.
En esta lucha por la paz y la reconstrucción, ¿cuál es el rol de las mujeres afganas?
Por suerte, hay ONG de mujeres como RAWA que trabajan por las mujeres afganas, dentro y fuera del país. Además, el Gobierno afgano cuenta con una mujer en su gabinete, Habiba Sarabi, vicepresidenta de HAWCA (Asistencia Humanitaria para Mujeres y Niños de Afganistán), que desde su posición de Ministra de Asuntos para la Mujer trabaja para la reconstrucción del país. De momento, ha reconstruido escuelas y ha creado comités de ayuda a los más pobres, a las viudas...
Las entidades de mujeres afganas cuentan con el apoyo de ONG internacionales o éstas ya han abandonado el país?
No, todavía hay muchas ONG internacionales que trabajan duro por la reconstrucción del país, la rehabilitación de infraestructuras, escuelas y universidades.
FRACASO EN EL RETORNO DE REFUGIADOS
Además de su labor en Afganistán, RAWA también tiene en marcha proyectos con la población refugiada en Pakistán, ¿verdad?
Sí. Nuestros proyectos son muy similares a los que llevamos a cabo en Afganistán: formamos a las mujeres, creamos escuelas, repartimos alimentos y proporcionamos asistencia sanitaria a una población que vive en tiendas de campaña, sin apenas agua ni comida. La diferencia es que en Pakistán nuestras acciones son abiertas y no tenemos que escondernos.
Desde organismos internacionales como ACNUR alertan que muchos de estos refugiados han retornado a pesar de la inseguridad y los escasos recursos.
A los refugiados en Pakistán les llegaron noticias de que había un nuevo Gobierno en Afganistán y que al regresar encontrarían sus casas, sus trabajos y tendrían escuelas y atención médica. Les dijeron que el país se estaba reconstruyendo, que no había muerte ni violencia. Sus vidas en los campos de refugiados no eran nada buenas, por lo que muchos decidieron volver. Sin embargo, al llegar descubrieron que no había nada para ellos y muchos decidieron regresar a Pakistán.
¿El Gobierno paquistaní les ayuda?
El Gobierno de Pakistán está forzando a los refugiados para que vuelvan a Afganistán; creo que les dan 100 dólares para que regresen, algo que voluntariamente harían si les garantizaran seguridad.
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