El Periodico, 10 de mayo de 2001

CONGRESO INTERNACIONAL EN LA UNIVERSIDAD

Una mujer afgana critica la pasividad ante los talibán


La representante de la asociación RAWA lamenta la tibieza europea con el régimen
Las mujeres del país viven encerradas en las casas, sin asistencia médica ni educación

FERNANDO ABAD
ALICANTE


Sabira Mateen
Sabira Mateen, ayer, antes de impartir su conferencia en la UA. GARCIA CATALA

Lo aseguraba ayer la representante de la Revolutionary Association of the Women of Afghanistan (RAWA), que utiliza el nombre de Sabira Mateen: la comunidad internacional no ha tomado ninguna decisión fundamental para solucionar la situación de su país. Y abundó en ello al afirmar que la solución pasa por que se envíen cuerpos de paz contra las facciones armadas talibán.

Sabira Mateen, practicante de la religión musulmana pero sobre la que pesa la condena del gobierno religioso de su país, vino ayer a la Universidad de Alicante (UA) para pronunciar la conferencia Análisis de la relación poder / saber y estrategias de resistencia, dentro de los actos del segundo congreso internacional de la Asociación Universitaria de Estudios de la Mujer (AUDEM). Menuda, vestida como lo haría una estudiante occidental, Mateen describió con la mayor amabilidad el terrible cuadro que se esconde tras los chador (túnicas de una sola pieza con una regilla en la cara para poder ver) impuestos por los talibán.

CORTINA DE HUMO

La representante de RAWA, asociación que pretende ayudar y concienciar a las mujeres afganas mediante "un trabajo de educación y cultura", comentaba un hecho que la sorprendió. Mientras todos los medios de comunicación resaltaron -en marzo- la destrucción de las estatuas de los budas, ninguno se había hecho eco, en cambio, de la masacre que los talibán habían perperetado días antes, en la que asesinaron a 400 personas.

La situación actual de las mujeres afganas se resume en que, para los talibán, no son personas. No pueden acudir al médico ni a las escuelas o universidades, ni ir por la calle solas ni descubiertas, y las ventanas de sus casa están pintadas de negro para no poder ver el exterior. Las viudas y solteras acaban dedicándose a la mendicidad o la prostitución y, además, ha aumentado el índice de suicidios femeninos.

EL ERROR OCCIDENTAL

Pero no renuncian a su fe, que en su país había evolucionado con libertad e igualdad entre sexos. Lo del chador, según dice, es por tanto un problema sin importancia: cada cual debe vestir como quiera y no como le impongan. El error, para Mateen, estriba en el apoyo occidental al integrismo, que se escuda en una falsa imagen aperturista hacia el exterior, pero que encierra a la mujer.

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