El Mundo, 12 de noviembre de 2001


Los talibán, implicados en el tráfico de órganos infantiles

La Organización Revolucionaria de Mujeres de Afganistán denuncia el escándalo de un país sin ley ni derechos humanos

JULIO FUENTES. Enviado especial


PRIMER PLANO / LA TRAGEDIA HUMANA. Los refugiados afganos narran historias de niños secuestrados para «vaciarles el cuerpo» / Los hijos de familias numerosas que carecen de recursos son las víctimas principales

PESHAWAR: El régimen talibán, que afirma ejecutar la misión del profeta Mahoma, no sólo ha llenado sus arcas con el impuesto al tráfico de opio, materia prima de la mortífera heroína. También se enriquecen con los órganos humanos extraidos a los afganos más pobres y desesperados, sobre todo míseros niños sin nombre a los que luego se liquida, incluso antes de que despierten de la anestesia. Esta es la denuncia de la Organización Revolucionaria de Mujeres de Afganistán, Rawa, el principal movimiento civil de oposición a la dictadura religiosa de Kabul.

Son las mismas célebres afganas que luchan contra la esclavitud de las mujeres, sometidas a una dictadura religiosa que las elimina de la sociedad junto a sus hijas, reduciéndolas al papel de hembras reproductoras «susceptibles de ser violadas y sexualmente torturadas por cualquier talibán armado», dice a EL MUNDO Refit (nombre de guerra), portavoz del comité de relaciones exteriores de Rawa.

La veracidad de los relatos recogidos por este diario entre los refugiados afganos, que cuentan historias de niños de las etnias marginales hazara y tayica secuestrados por los talibán para «vaciarles el cuerpo», son avalados por Rawa. «Existen muchas denuncias, pero son inútiles porque Afganistán es un país sin ley ni derechos donde estas cosas no se investigan. En Peshawar los afganos denuncian continuamente a una mafia de órganos humanos gestionada por los talibán. En el tráfico están involucrados los fundamentalistas (talibán), los terroristas, las mafias de Pakistán y las redes de las zonas tribales. No sabemos quién es el máximo responsable. En nuestro país puede pasar de todo bajo los talibán», explica Refit.

Niños sin identidad

El tráfico de órganos, dice, fue muy intenso entre 1992 y 1998. Rawa cuenta con el testimonio de un taxista que transportó a dos mujeres con una bolsa que «sangraba». Dentro había un «hígado humano». Tras el secuestro de un niño en 1994, se halló su cadáver sin hígado. En 1998, otro menor apareció muerto sin los riñones. Un talibán ofreció a Abdul Karin, un mendigo de Kabul, 200 dólares por sus ojos, al parecer para obtener las córneas. «Fue operado sin anestesia en la casa de un médico afgano. Nos dijo que prefería vender sus ojos y no sus hijos», relata Refit.

También saben que un talibán compró un riñón en Afganistán por 160 dólares y lo revendió en Pakistán por 5.000. Según Rawa, los órganos son adquiridos por paquistaníes y árabes ricos. «En Afganistán», explica Rafit, «10.000 rupias (180 dólares) son una fortuna que permite la supervivencia de una familia, por eso algunos venden a sus hijos».

Se trata de niños de familias numerosas que carecen de documentos de identidad. «No existen, por eso no dejan rastro. Creemos que a algunos los matan tras ser amputados en casas particulares. Los adultos ofrecen sus órganos voluntariamente a los talibán por dinero, pero a los pequeños les secuestran», denuncia esta portavoz de Rawa.

La supuesta abstinencia sexual de los talibán y sus socios, los voluntarios árabes de Bin Laden, también es cuestionada por la organización. Rafit explica que los talibán de las madrasas (escuelas islámicas) «jamás han estado con una mujer», aunque les inculcan que son «diablos». Pero como las desean a pesar de todo «terminan secuestrándolas para torturarlas sexualmente, son verdaderos psicópatas». Los mulás (predicadores) tienen 4 mujeres. Se casan con niñas de 13 o 14 años, como el propio mulá Omar, líder de los talibán, que contrajo matrimonio con su última esposa cuando ésta tenía 16 años. La relación entre las diferentes mujeres de los mulás suele ser «terrible». Los árabes de Bin Laden, relata Rafit, «compran mujeres a los afganos por mucho dinero o las secuestran encañonadas».

Pero liberados de la opresión de los fanáticos y, al parecer, hipócritas talibán, los afganos recuperan su condición humana, como ha sucedido en la ciudad de Mazar-i-Sharif, conquistada por la opositora Alianza del Norte. Tras la desaparición de los brutales policías talibán del Ministerio para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio, la música, prohibida por el régimen, volvió a sonar ayer en la ciudad. Muchas mujeres se han liberado de la prisión de los burkas, mientras los hombres se afeitan la barba de uso obligatorio impuesta por los talibán. Los prohibidas casettes han vuelto a aparecer y pequeños grupos de músicos hacían sonar ayer sus instrumentos en las calles.





From: http://www.elmundo.es/2001/11/12/mundo/1070788_imp.html








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