DIARIOVASCO.COM, 8 de diciembre de 2004 |
Una voz contra el fundamentalismo
JUAN F. MANJARRÉS/DV. HERNANI
Sahar Saba, de la Asociación Revolucionaria de Mujeres Afganas, dio a conocer la situación de la mujer en su país
La presencia de la mujer afgana, Sahar Saba, ha sido uno de los platos fuertes de las Jornadas de Cooperación organizadas desde el Ayuntamiento, el grupo de cooperación y el colectivo Amher. Saba, miembro de la Asociación Revolucionaria de Mujeres Afganas, fue recibida en el Consistorio por los ediles Txema Mercado e Iñaki Arratibel antes de acudir a la Casa de Cultura para ofrecer sus impresiones sobre la situación de la mujer en Afganistán.
Muchas veces una imagen vale más que mil palabras y en esta ocasión fue al contrario. La falta de una imagen dice mucho sobre la situación que vive la mujer en el país gobernado hasta hace bien poco por los talibanes. Sahar Saba, por motivos de seguridad, pidió a los medios de comunicación que no fotografiasen su rostro. Para lo que no tuvo problemas fue para explayarse sobre la situación que vive su país en general y la mujer en particular.
Sahar Saba, que no muestra su rostro por seguridad, con Txema Mercado e Iñaki Arratibel durante el recibimiento en el Ayuntamiento. [JUANFER]«No se puede separar la situación de la mujer con la del país en general. Aunque el colectivo de las mujeres somos las que más sufrimos la presencia del fundamentalismo, es todo el país el que se ve afectado». Sahar Saba tiene claro, y así lo manifestó tanto en el Ayuntamiento como en Biteri después, que la raíz del problema en Afganistán «es el fundamentalismo. La situación de la mujer hace 30 años en mi país era mejor que la que se da ahora. Desde el 92 ha habido un buen número de cambios en el gobierno y la situación ha empeorado».
Aunque muchas veces sea complicado hacerse una idea de la situación del sexo femenino en un país como Afganistán, Saba no tiene problemas en enumerar las situaciones que protagonizan el día a día en su país: no aceptar a las niñas en las escuelas, obligación en la utilización del burka, matrimonios forzados, secuestros con un interés fuera de lo económico, tráfico de niños (cada vez más importante en el país), prostitución con señores de la guerra detrás de los negocios, drogas...
La miembro del colectivo RAWA tiene claro que el fundamentalismo que se ha introducido en su país no tiene su sustento en las creencias de la propia sociedad afgana. «No tiene raíces en el pueblo afgano. En realidad tampoco viene de una interpretación del Corán, sino de una mala interpretación del mismo. Aunque en los últimos años se han ido dando algunos pasos, lo cierto es que sigue habiendo mucho miedo entre la gente».
La intervención internacional llevada a cabo en Afganistán tras la guerra sucedida en el país no ha conllevado, según Sahar Saba, un avance para el pueblo. «No deja de ser una actuación militar, pero la situación del pueblo, la pobreza existente, no ha cambiado».